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Cada persona que cruza la frontera lleva la imagen de Dios, dice el Arzobispo Lori

El Arzobispo William E. Lori reza durante la misa en conmemoración a la Semana Nacional de la Migración el 25 de septiembre en la Catedral de María Nuestra Reina en Homeland (Priscila González de Doran / Catholic Review)

Durante su homilía en la misa en conmemoración de la Semana Nacional de la Migración el 25 de septiembre, el Arzobispo William E. Lori recordó a su abuelo siciliano, quien llegó a los Estados Unidos desde Italia en una época en la que muchos rechazaban la llegada de inmigrantes provenientes del sur de Europa.

“Muchos de los inmigrantes de hoy trabajan muy duro, no menos que mi abuelo, buscando una mejor vida para su familia”, dijo el Arzobispo Lori en la Catedral de María Nuestra Reina, iglesia que fue posible gracias al legado del inmigrante irlandés Thomas J. O’Neill.

El arzobispo habló sobre Riccy Amador, una joven migrante que, con seis años de edad, llegó a los Estados Unidos desde Honduras con su familia. Amador estudió en la Escuela Católica  Arzobispo Borders en Highlandtown, gracias al programa de becas académicas Socios en Excelencia (“Partners in Excellence” o “PIE” por sus siglas en inglés) y se graduará la próxima primavera de la Universidad Loyola Maryland, al norte de Baltimore.

“Al escuchar su historia se me salieron las lágrimas”, dijo el Arzobispo. “Ya sea que estemos de acuerdo o en desacuerdo con las leyes y políticas actuales del país, lo cierto es que muchas personas llegan todos los días a los Estados Unidos escapando de la pobreza extrema, la violencia y la persecución en sus países de origen”.

El Arzobispo Lori dijo que “cada persona que cruza la frontera estadounidense lleva la imagen de Dios y es amada a través de sus ojos”.

La Semana Nacional de la Migración 2021 se celebró del 20 al 26 de septiembre y coincidió con la celebración en el Vaticano de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, la cual siempre cae en el último domingo de septiembre. El tema principal de la jornada de este año fue “Hacia un nosotros cada vez más grande”.

La misa en conmemoración a la Semana Nacional de la Migración se celebró el 25 de septiembre en la Catedral de María Nuestra Reina en Homeland. (Priscila González de Doran / Catholic Review)

De acuerdo con el Consejo Americano de Inmigración (“American Immigration Council” en inglés), los inmigrantes de El Salvador predominan en el estado de Maryland, donde uno de cada siete de sus residentes son inmigrantes.

Un estudio de indicadores demográficos, sociales y religiosos en la Arquidiócesis de Baltimore realizado por el V Encuentro en 2016 muestra que la población hispana aumentó de 57,821 personas en el año 2000 a 186,631 en año 2016, lo que representa un aumento del 223 por ciento en 16 años. En 2016, se estimó que 98,000 de esos 186,631 hispanos eran católicos, el 53 por ciento de la población hispana total.

Desde 2016, no ha habido otro estudio oficial sobre hispanos católicos en la Arquidiócesis de Baltimore, pero Ken Johnson-Mondragón, coordinador de investigación del V Encuentro, estima un aumento del 14 por ciento de católicos hispanos en el estado de Maryland en 2020, aproximadamente 350,000 para todo el estado y 112,000 en la Arquidiócesis de Baltimore.

Amador compartió con la revista Catholic Review sus luchas como inmigrante.

“Por un momento pensé, ‘¿Por qué se me niegan tantas cosas si crecí aquí? Pertenezco aquí. Me adapté a las costumbres estadounidenses, aprendí el idioma, trabajé aquí y todo. Solo porque un papel dice que soy indocumentada’.”

Ligia Pappas, originaria de Bogotá, Colombia, dice que en sus 20 años sirviendo como asistente administrativa del ministerio hispano en la arquidiócesis, el mayor impacto en la comunidad hispana ha sido la asignación del Arzobispo Lori, quien “celebra con alegría la misa en español”, y del Obispo Auxiliar Bruce A. Lewandowski, C.Ss.R., quien “conoce nuestras culturas y comprende nuestras necesidades”.

“Se necesita mucha paciencia y humildad para entenderlos (a los hispanos)”, dijo, “Debemos recordar que muchos de ellos vienen de sus países con muchos problemas sociales, pero con una gran fe para servir en nuestras parroquias”.

Concepción Morales, originario de Cabañas, El Salvador, y feligrés de Cristo Rey en Glen Burnie, ha vivido en los Estados Unidos bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS) por 20 años. Después de todos esos años de arduo trabajo, se le negó la renovación de la licencia de conducir.

“Nuestras vidas no son temporales”, dijo.

El diácono German Flores, originario de Caracas, Venezuela, y diácono permanente en San Atanasio y Santa Rosa de Lima en Baltimore, dijo que la caridad católica debe ser “sin condiciones”.

El Arzobispo William E. Lori reza durante la misa en conmemoración a la Semana Nacional de la Migración el 25 de septiembre en la Catedral de María Nuestra Reina en Homeland (Priscila González de Doran / Catholic Review)

Cuando fue asignado a Cristo Rey hace aproximadamente 15 años, se le dio la tarea de acoger a los necesitados de la parroquia. En ese ministerio, descubrió que algunos programas de ayuda caritativa en la comunidad pedían como requisito que los beneficiarios mostraran su tarjeta del Seguro Social para poder recibir ayuda.

“Por lo tanto, comenzamos el ministerio St. Vincent DePaul, el cual va de acuerdo con las enseñanzas cristianas”, dijo.

También dijo que un líder de la iglesia debe acompañar a la gente y comprender las culturas y necesidades de los feligreses.

Cuando el Obispo Lewandowski era pastor de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Highlandtown, vio la necesidad de vacunas para el COVID-19 para inmigrantes hispanos y colaboró ​​con el Hospital Johns Hopkins para vacunar a más de 6,000 personas.

El Arzobispo Lori le dio a la congregación tres formas prácticas para actuar como personas de fe con respecto al tema de inmigración en el país. Primero, rezar por aquellos que viven en condiciones inimaginablemente “malas”; segundo, ser defensores de la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural y todas las etapas intermedias; tercero, considerar ofrecer apoyo financiero o ser voluntario en uno de los programas que ayudan a los inmigrantes recién llegados.

Uno de estos programas es el Centro Esperanza de Caridades Católicas, el cual ayuda a los inmigrantes con servicios legales, de salud, educativos y de reunificación familiar en inglés y español.

Otro ministerio similar que acompaña a la comunidad migrante es el ministerio de Nuestra Señora de Guadalupe en la parroquia St. Mary y en la misión St. John Neumann en Annapolis. El Padre redentorista Robert Wojtek, y Tammy y Daniel Beigel comenzaron el ministerio cuando Tammy notó que muchos voluntarios hispanos en la capilla de adoración perpetua necesitaban sustitutos debido a problemas relacionados con su estatus migratorio.

Asimismo, la Pastoral de Migratoria es una iniciativa de la Directora del Ministerio Hispano Lía Salinas, que ayuda a las personas recién llegadas con necesidades básicas como comida, un lugar para vivir, trabajo, aprendizaje del idioma y más. El programa se encuentra actualmente en cinco parroquias.

“Que el Señor nos una como pueblo y como comunidad de fe”, dijo el Arzobispo Lori. “¡Una nación bajo Dios con libertad y justicia para todos!”

Visite https://www.archbalt.org/hispanic-ministry-3/ para más información sobre la inmigración en la Arquidiócesis de Baltimore.

 Envíe un correo electrónico a Priscila González de Doran a pdoran@CatholicReview.org

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