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El Papa que vino de los ‘confines del mundo’ trae un nuevo estilo a Roma

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CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Desde el principio, después de su elección, el Papa Francisco inauguró un estilo completamente nuevo de ser pontífice.

La forma en que se dirigió a la gran multitud después de su elección el 13 de marzo de 2013 fue familiar y con los pies sobre la tierra, comenzando con “Hermanos y hermanas, buenas noches” y terminando con “¡Nos vemos pronto!” y “¡Que tengan una buena noche y que descansen bien!”

En repetidas ocasiones se refirió a sí mismo como “obispo de Roma”, que finalmente terminó siendo su único título en el “Annuario Pontificio”, el anuario del Vaticano, y sería otra señal de su visión de renovación a través de la promoción de una Iglesia más colegiada y descentralizada.

Y el día de su elección, la invitación a la multitud — “Comencemos este camino” con “fraternidad, amor, confianza, y oración”, y “que sea fecundo para la evangelización” — fue un claro signo de un nuevo estilo que él visualizó para toda la Iglesia, el de la sinodalidad, con todos los hermanos y hermanas caminando en la fe, orando, y evangelizando juntos.

Esa primera noche también nos dejó entrever cómo el Papa Francisco conduciría a la Iglesia universal en una situación imprevista como la de tener un Papa retirado a su lado. Él nos guio a todos en oración “por nuestro Obispo Emérito Benedicto XVI”.

Muchas de sus decisiones sobre cómo viviría como Papa fueron inesperadas, mostrando una especie de “Haz lo que hago, no solo lo que digo”, especialmente a sus hermanos obispos de todo el mundo. Eligió vivir en una casa de huéspedes del Vaticano en lugar del Palacio Apostólico; ha utilizado la celebración anual de penitencia en el Vaticano para confesarse públicamente; responde personalmente a quienes le escriben una carta, nota, o llamada telefónica; se encuentra regularmente con víctimas de abuso; y ha ido en persona a pagar una cuenta, a comprar un nuevo par de anteojos y a visitar a ancianos y enfermos.

La elección del Cardenal Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires, Argentina, representó la primera vez que un jesuita fue nombrado Papa. Inauguró una serie de estilos característicos de su orden: la práctica ignaciana del discernimiento para tomar decisiones en presencia de Dios; el buscar la presencia de Dios en todas las cosas; y una predilección por reducir sus charlas a tres puntos esenciales.

Fue el primer Papa proveniente de las Américas, nacido de padres inmigrantes italianos; esta experiencia de segunda generación vivida le dio autenticidad a su insistencia en que los migrantes sean respetados, integrados, y apreciados por su arduo trabajo y la rica diversidad que traen a una nación anfitriona.

Lo más representativo de su estilo único fue elegir el nombre “Francisco” en honor a San Francisco de Asís, conocido por su pobreza, compromiso con la paz, y amor por la creación. Fue una señal del estilo por venir: sencillez, humildad, trabajar con los pobres, deseando una iglesia pobre y para los pobres, y aún más, profundizando el amor de su predecesor por la creación integrado con el respeto por toda vida.

Bajo su supervisión, la oficina de caridad papal ha incrementado su alcance, particularmente a las personas sin hogar que viven cerca del Vaticano y en otras partes del mundo, como Ucrania, donde ha enviado a su limosnero papal para entregar ayuda directamente y transmitir sus oraciones.

También suspendió la tradición de lavar los pies a 12 sacerdotes durante una celebración pública de la Misa del Jueves Santo de la Cena del Señor, sustituyéndolas por Misas más pequeñas, cerradas al público — en prisiones, centros de refugiados, y centros de rehabilitación, lavando los pies a católicos y no católicos, hombres y mujeres, para mostrar el amor de Cristo por todos, especialmente por los más marginados.

Su idea de actividades de extensión y difusión incluye salir de la burbuja del Vaticano. También ha incluido a “personas externas” como la mayoría de los miembros de su Consejo Internacional de Cardenales y de la comisión de salvaguardia del Vaticano. Renueva su secretario personal cada cierto tiempo y da docenas de entrevistas a medios de comunicación grandes y pequeños.

Su deseo de “hablar desde el corazón” implica muchos comentarios improvisados, anécdotas caseras, reprensiones o críticas agudas, y una declaración ocasional que requiere una aclaración o una disculpa.

Como un nativo de la lengua castellana que creció con parientes de habla italiana en Argentina, el Papa fusiona una serie de estilos y, como ex maestro de escuela secundaria, a menudo recurre a temas literarios y recursos retóricos.

Sus memorables metáforas y alegorías tienen un mensaje religioso: los sacerdotes necesitan ser “pastores viviendo con ‘olor a oveja'”; la confesión no es “sentarse en una cámara de tortura”; y los católicos deben resistir “una cultura del descarte”, que desecha fácilmente la vida y la dignidad de las personas.

El Papa Francisco también ha ofrecido un nuevo enfoque para la evangelización, que había trazado en su breve discurso durante las reuniones previas al cónclave de los cardenales. Las palabras del Cardenal Bergoglio conmovieron a sus oyentes y formaron la base de su proyecto como Papa.

El esquema de su charla señalaba que cuando la Iglesia es autorreferencial con una especie de narcisismo teológico, se enferma y es incapaz de cumplir su misión de salir a evangelizar; en efecto, tal Iglesia mantiene a Jesús dentro y no lo deja salir.

Jesús está llamando para que “lo dejemos salir”, había dicho el entonces Cardenal Bergoglio, y el próximo Papa necesita ayudar a la Iglesia a salir a las “periferias” y convertirse en “la madre fecunda que da vida a través de la dulce y consoladora alegría de evangelizar”.

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