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Las personas heridas por la vida deben encontrar acogida en la Iglesia, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Las llagas de Cristo, aún visibles después de su resurrección, son el mayor signo del amor y la misericordia de Dios, dijo el Papa Francisco el Domingo de la Divina Misericordia.

“Pero, preguntémonos si, en nombre de este amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a quien está herido por la vida, sin excluir a nadie de la misericordia de Dios, sino acogiendo a todos; a cada uno como un hermano, como una hermana. Dios acoge a todos, Dios acoge a todos”, dijo el 16 de abril.

Después de recitar la oración del mediodía “Regina Coeli” con unas 20,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco deseó una feliz Pascua a los cristianos orientales católicos y ortodoxos que siguen el calendario juliano y celebraban la Resurrección ese día.

También expresó su preocupación por Sudán, donde los combates entre fuerzas leales a dos generales diferentes han provocado la muerte de cientos de civiles desde el 13 de abril. “Estoy cerca del pueblo sudanés, que ha pasado por tantas pruebas”, dijo el Papa, “e invito a rezar para que se depongan las armas y prevalezca el diálogo, para retomar juntos el camino de la paz y de la concordia”.

En su discurso principal, el Papa Francisco habló sobre la lectura del Evangelio del día, Juan 20:19-31, que narra la historia de Santo Tomás dudando de la afirmación de los otros discípulos de que habían visto al Señor resucitado.

Al dudar de creer a los demás, “nos representa un poco a todos nosotros”, dijo el Papa. ” De hecho, no siempre es fácil creer, especialmente cuando, como en su caso, se ha sufrido una gran decepción. Después de una gran decepción es difícil creer,” después de seguir a Jesús, creer en él y luego verle morir en la cruz.

Santo Tomás no estaba con los otros discípulos cuando Jesús se les apareció la tarde después de la resurrección, señaló el Papa.

“Se había alejado de la comunidad”, dijo, y la única forma que tenía de tener la oportunidad de encontrarse con Jesús era volviendo atrás, “volviendo allí, en esa familia que ha dejado asustada y triste”.

“Tomás quiere una señal extraordinaria: tocar las llagas. Jesús se las muestra, pero de forma ordinaria, presentándose ante de todos, en la comunidad, no fuera”, dijo el Papa. “Como diciéndole: si tú quieres encontrarme no busques lejos, quédate en la comunidad, con los otros; y no te vayas, reza con ellos, parte con ellos el pan”.

Jesús dice lo mismo a sus discípulos de hoy, dijo el Papa Francisco. La comunidad de la Iglesia “es donde puedes encontrarme; es ahí que te mostraré, impresas en mi cuerpo, las señales de las llagas: las señales del Amor que vence el odio, del Perdón que desarma la venganza, las señales de la Vida que derrota la muerte”.

Los cristianos deberían preguntarse dónde buscan a Jesús Resucitado, dijo el Papa. ¿Está “en algún evento especial, en alguna manifestación religiosa espectacular o sorprendente, únicamente en nuestras emociones o sensaciones”?

O, dijo, ¿buscan al Señor “en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el desafío de quedarnos, aunque no sea perfecta?”

“No obstante todos sus límites y sus caídas, que son nuestros límites y nuestras caídas, nuestra Madre Iglesia es el Cuerpo de Cristo”, dijo el Papa. “Es ahí, en el Cuerpo de Cristo, que se encuentran impresas, aún y para siempre, las señales más grandes de su amor”.

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