Los feligreses recuerdan y celebran a las comunidades religiosas mientras las parroquias de ‘Busquemos la Ciudad Venidera’ se preparan para fusionarse

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Kathy Wandishin ha estado ligada a Santa Clara en Essex toda su vida.

Fue bautizada en la parroquia del Condado East Baltimore en 1957. Las Hermanas de la Misericordia de Kells, Irlanda, fueron sus maestras en la escuela primaria de la parroquia.

Wandishin se casó con su esposo, Jim, en la iglesia y envió a sus cinco hijos a su alma mater. La familia participaba en todo tipo de actos parroquiales: era voluntaria en carnavales, pelaba papas para comidas especiales de la parroquia, trapeaba el vestíbulo después de las fiestas y servía a los necesitados en un comedor social.

Cuando a Johnny, uno de sus hijos, le diagnosticaron leucemia, Wandishin confió en las oraciones y el apoyo de sus hermanos feligreses para superar uno de los periodos más difíciles de su vida. Y al igual que había hecho en el funeral de su padre, Wandishin entró detrás del féretro de su hijo en el sótano de la iglesia para el funeral de Johnny, que finalmente perdió su batalla de varios años contra el cáncer.

Para Wandishin, quien también trabajó 14 años como directora de la oficina de Santa Clara, asistir a la misa memorial y de acción de gracias del 24 de noviembre en su parroquia fue una oportunidad para honrar el pasado y mirar al futuro.

Como parte de la iniciativa de planificación pastoral ‘Busquemos la Ciudad Venidera’ de la Arquidiócesis de Baltimore, Santa Clara se fusionará a la cercana Nuestra Señora del Monte Carmelo para formar una nueva comunidad de fe con sede en el Monte Carmelo.

En el marco del plan ‘Busquemos la Ciudad Venidera’, 61 parroquias se fusionarán en 30 lugares de culto y ministerio en la ciudad de Baltimore y algunas partes del Condado Baltimore. La mayoría de las nuevas parroquias iniciarán sus actividades el 1 de diciembre, primer domingo de Adviento y comienzo de un nuevo año litúrgico.

Santa Clara, fundada en 1956, fue una de las casi 20 parroquias de ‘Busquemos la Ciudad Venidera’ que ofrecieron misas memoriales y de acción de gracias en las últimas semanas, con muchas otras que planean hacer lo mismo en las próximas semanas.

“Los feligreses de esta parroquia son gente sencilla y que trabaja duro, sobre todo de la clase obrera”, afirma Wandishin. “No hay pretensiones. No hay aires de grandeza. Sólo quieren cuidarse los unos a los otros y a los menos afortunados. Eso es lo que me llama la atención de esta iglesia”. Al final de una misa que congregó a más de 450 personas, los feligreses portaron una estatua de Santa Clara, un registro parroquial de actas de bautismo, un cáliz y una patena durante el receso. Los objetos serán entregados a su nuevo hogar en el Monte Carmelo.

Un coro, del que formaba parte Wandishin, dirigió a la congregación al ritmo del “Himno a Santa Clara”, una canción compuesta por un antiguo director musical de la parroquia. Fue la última música que adornó el edificio durante una misa regular.

“Tenemos que dejar la casa familiar, pero eso no significa que no sigamos siendo familia”, dijo Wandishin, que forma parte del equipo de transición que trabaja en la unificación de Santa Clara con el Monte Carmelo. “Me entusiasma conocer a los nuevos miembros de la familia del Carmelo. Tenemos que ver esto como un nuevo comienzo”.

Se celebró una misa de acción de gracias separada para los miembros de la creciente comunidad hispanohablante de la parroquia.

En la Comunidad Católica de la Transfiguración de Pig Town, más de 200 personas llenaron los bancos de la iglesia del Suroeste de Baltimore para una emotiva despedida el 24 de noviembre. Abrazos, lágrimas y pañuelos aparecieron con frecuencia durante la liturgia de más de dos horas.

El párroco, el padre Ty Hullinger, señaló el “momento doloroso” en su discurso de apertura mientras concelebraba la misa con el padre franciscano capuchino John Harvey, asistido por el diácono Tony Roberts. El padre Harvey fue el pastor en 2004 cuando la Transfiguración se formó a partir de la fusión de San Jerónimo, San Martín de Tours y San Pedro Apóstol. Desde la fusión, la parroquia tiene su sede en la antigua San Jerónimo, donde el diácono Roberts comenzó su ministerio.

El padre Hullinger hizo hincapié en la necesidad de que la comunidad “encuentre la paz” y siga construyéndose mutuamente en “estos tiempos de incertidumbre”.

También subrayó la importancia de que los miembros de la iglesia sigan sirviendo a la comunidad con buenas obras. La misa concluyó con una procesión en el área cercana de la iglesia, finalizando con una oración en el estacionamiento.

Miembros de United Workers, un grupo patrocinado por la Campaña Católica para el Desarrollo Humano, estuvieron presentes para repartir folletos y ayudar a facilitar la continuidad de la despensa de alimentos de la parroquia.

“Esta es nuestra última misa (regular) aquí, pero no será la última misa para la mayoría de nosotros que encontraremos nuevos lugares y maneras de adorar”, dijo el Padre Hullinger, quien invitó a los feligreses a compartir sus pensamientos y recuerdos.

Patricia Lewis, de 78 años, dijo que ha hecho el viaje desde su casa en el Condado Carroll a la adoración en la Transfiguración porque se sintió bienvenida en la región en la que creció. Reconoció estar “disgustada” por el inminente cierre. Señaló que era la cuarta iglesia católica a la que acudía que corría la misma suerte, siguiendo los pasos de las iglesias Santa Mónica, San Martín y San Pedro Apóstol.

Otros feligreses contaron historias sobre la importancia de los vínculos familiares y la fe en la comunidad.

Tom y Donna Zentgraf se casaron en la iglesia en 1971. Los residentes de Morrell Park vinieron a recordar un lugar donde asistieron a misa durante décadas y enviaron a dos hijos a la escuela.

“Tenemos muchos buenos recuerdos de esta iglesia”, dijo Tom Zentgraf. “Ha significado mucho para nuestra familia”.

Nancy McCormick canta en el coro de la Transfiguración desde 1992 y asiste a misas en el Suroeste de Baltimore desde 1979. Ella no está segura a qué parroquia va a ir ahora y dijo que no creía que muchos en la comunidad se desplazarían a Nuestra Señora de la Victoria en Arbutus, que es la que se está fusionando con la Transfiguración.

“Es muy triste”, dijo, señalando que muchos de los que asisten regularmente a misa en la Transfiguración van a pie hasta la iglesia. “Va a dejar un vacío en esta comunidad”.

Los feligreses planean seguir celebrando reuniones y encuentros. La parroquia tenía una hoja de inscripción de correo electrónico en el vestíbulo para que los fieles puedan ser notificados de futuros eventos.

Unos 125 feligreses y amigos de San Gregorio Magno, en West Baltimore, celebraron el 18 de noviembre una alegre misa de acción de gracias en la que un grupo de música contemporánea con batería, piano y guitarra eléctrica animó la ceremonia. La que fuera una de las mayores congregaciones católicas de la ciudad (había más de cinco mil familias al final de la Primera Guerra Mundial), el registro parroquial ha disminuido drásticamente a lo largo de las décadas. El año pasado, menos de 50 personas asistieron a la misa semanal en la iglesia.

Sin embargo, los feligreses señalan que, a pesar de su escaso número, han sido poderosos en espíritu y buenas obras. A lo largo de los años, la parroquia ha proporcionado alimentos y ropa a los necesitados y también fue sede de un programa de recompra de armas que pretendía retirar las letales armas de las calles.

San Gregorio pasará a formar parte de una nueva comunidad religiosa compuesta por San Bernardino, San Gregorio Magno, San Pedro Claver y San Pío V, con la parroquia de mayoría afroamericana asentada en San Bernardino. San Pedro Claver servirá como lugar de culto adicional.

Monseñor Richard Bozzelli, párroco de St. Bernardino en West Baltimore, reconoció la emoción del día e invitó a todos a formar parte de la nueva comunidad. Recordó a los asistentes a la misa que su fe no tiene que ver con un edificio. Se trata de seguir a Jesús y todo lo que Él representa.

Algunos feligreses de San Bernardino asistieron a la misa en San Gregorio para mostrar su apoyo a los que pronto se convertirían en feligreses. Entre ellos estaba Christopher Williams, un converso de la tradición baptista que ahora es miembro activo de los Caballeros de Colón.

“Sólo queremos que sepan que somos sus hermanos y hermanas en Cristo y que, aunque su iglesia esté cambiando geográficamente”, dijo Williams, “el amor de Cristo no ha cambiado y sólo quiero que estén abiertos a venir a San Bernardino y ver lo cariñosos que somos”.

Al final de la misa, el párroco de San Gregorio, el padre espiritano Uju Patrick Okeahialam, cerró las puertas del santuario y entregó las llaves a monseñor Bozzelli.

Después de una misa de acción de gracias para la comunidad de habla hispana en Santa Rosa de Lima en Brooklyn el 24 de noviembre, unos 200 feligreses llevaron una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en una peregrinación estilo caravana desde Santa Rosa a San Atanasio en Curtis Bay, donde se asentará una parroquia recién formada que fusionará a las dos comunidades. La nueva parroquia incluirá una creciente comunidad de hispanohablante que había hecho su hogar en Santa Rosa en los últimos años.

Los feligreses siguieron la procesión en sus automóviles, viendo cómo se bendecía la imagen antes de ser retirada en St. Rose y luego nuevamente cuando llegó a su nuevo hogar en Curtis Bay. Celebraron sus nuevos comienzos en San Atanasio con pupusas, tamales, burritos, bocadillos, chocolate caliente, múltiples postres y tazas con “Santa Rosa de Lima” impresa en ellos.

“Santa Rosa de Lima fue una puerta abierta para la comunidad hispana”, dijo Estefanía Ramírez Torres, una feligresa que señaló que muchos hispanos no tienen automóvil y caminan para ir a misa.

“Santa Rosa de Lima ha sido una puerta de entrada para ellos”, dijo. “Siempre me he sentido bienvenida aquí en Santa Rosa”.

Estefanía dijo que hará de San Atanasio su nuevo hogar parroquial.

Más de 360 personas llenaron los bancos o se quedaron de pie atrás para una misa de acción de gracias en Santa María Estrella del Mar en Federal Hill el 22 de noviembre.

“Tenía que venir hoy”, dijo John DiBlasi mientras miraba por el pasillo el gran vitral del altar de Santa María Estrella del Mar. “Mi bisabuela, mi abuela, mi madre, todas miraban ese vitral y rezaban cuando tenían dificultades y eso las sacaba adelante”.

Fundada en 1868 por inmigrantes, en su mayoría irlandeses, que trabajaban en la construcción naval, la iglesia tiene una punta con una luz que servía de faro para el tráfico marítimo en Inner Harbor. El vitral de Munich se compró en la década de 1890 y el órgano Cassavant en la de 1920.

“No estamos llamados a aferrarnos a este espacio físico”, dijo el padre Kevin B. Ewing, párroco de la Comunidad Católica del Sur de Baltimore. “Hoy tenemos el reto de avanzar hacia nuevas oportunidades”.

Después de la misa se celebró una procesión para transportar la Eucaristía al tabernáculo de la iglesia Santa Cruz, donde tendrá su sede la nueva parroquia. Un lugar de culto adicional se ubicará en Nuestra Señora del Buen Consejo.

Con una escolta proporcionada por el Departamento de Policía de la ciudad de Baltimore, los feligreses salieron de Santa María a la calle, cantando un himno eucarístico mientras la gente observaba desde sus puertas y ventanas. “Santa María ha sido mi parroquia durante 88 años. Toda mi vida he estado aquí”, dijo Mary McCann, señalando que no sólo ella había sido bautizada y había ido a la escuela allí, sino también sus hijos, que también fueron monaguillos y se casaron allí. Dos nietos también fueron bautizados allí.

Sin embargo, no es una extraña en Santa Cruz.

“Santa Cruz era la parroquia de mi madre. Mi madre y mi padre se casaron allí”, dice McCann. “Para entonces, había límites parroquiales y cuando compraron su casa, estaba dentro de Santa María Estrella del Mar”. Aunque no está contenta con el traslado a Santa Cruz, como el de su madre a Santa María, lo hará, “por supuesto”, dijo.

“Tengan siempre esperanza”, dijo el padre Ewing, que fue asistido por monseñor Richard Tillman durante la misa. “Estrella del Mar guíanos a una vida plena y eterna”.

George Matysek Jr., Gerry Jackson, Katie V. Jones, Kevin J. Parks y Mitzy Deras contribuyeron a este reportaje.

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